13 febrero 2006

Nace la comunidad del sombrero

Día 7 - 5 de enero de 2006 – Habitación hospedaje María José – Potosí, Bolivia:
Tras algunas vueltas errantes por el centro de Potosí llegamos a un negocio artesanal, el primero que vimos, y desatamos las bestias consumistas que llevamos dentro y que teniamos atadas desde el inicio del viaje. Mr. White tras un inició algo timido descolló al grito de: "si aceptan visa les hago un hueco" y "mami invita!". La cuenta final fue de unos 300 bolivianos (entre los tres). Algo así como 100 pesos. A partir de ese momento se formó la comunidad del sombrero con el Gandalf, el playero emparchado y una numerosa cantidad de gorros coyas. Además de esto compramos los primeros 3 pantalones hippies del viaje, un pullover coya, y alguna que otra cuestión que en este momento sobrepasa mi memoria. Decidimos no seguir caminando por la calle de los artesanos ya que nuestro presupuesto no podría contener otro embate de tal calibre y nuestra voluntad se había mostrado flaca a la hora de contener la voragine capitalista, por lo que emprendimos viaje hacia el mercado gremial (si ya se). Sin embargo este rejunte de negocios no presentó grandes atracciones y no tuvimos que desembolsar ni un solo boliviano.
Nos regresamos hacia el hotel más que contentos con los nuevos integrantes del plantel, aunque algo preocupados porque la mochila comenzaría a tornarse un tanto inmanejable. La felicidad que abundaba en el ambiente se ve reflejada en esta fotografía perteneciente a la sesión fotográfica realizada al llegar al hospedaje. En escena (de izquierda a derecha): Mr. White con sombrero coya, mate argentino y las gafas de sol perdidas pero no olvidadas, Julián (o sea yo) con el sombrero Gandalf y sosteniendo una parte fundamental de nuestro equipo en esta parte del viaje, y por último (pero no menos importante) Nicolás con el sombrero playero emparchado y uno de los 3 termos de acero inoxidable con los que contabamos (aunque el suyo tenía olor a trasero por lo que dudo que sea el que usabamos en ese momento).
Despues de tan ameno momento decidimos que era hora de salir a comer. Para ese momento tan especial Cross decidió vestirse con absolutamente todo lo que se había comprado, ergo: gorro coya, sueter coya y pantalones hippies (lamento no poder brindarles una foto de ese atuendo, les aseguró que era notorio). Marchamos hacia nuestro bunker donde ordenamos algunos sandwiches, lomitos y hamburguesas. Luego dimos algunas vueltas por la peatonal de Potosi, y por los alrededores del centro donde un amigable boliviano que estaba pasado de copas quiso golpearnos, sin embargo tenia problemas para mantenerse en pie por lo que, afortunadamente, no pudo cumplir su objetivo. Tras escapar valientemente de esta situación terminamos sentados en la plaza frente a la municipalidad, charlando sobre la vida.
Al rato fuimos hacia el hotel donde nos echamos a dormir tras un largo y agotador día.
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