28 febrero 2006

Mal día en Tiwanaku

Día 10 - 8 de enero de 2006 – Templo del Sol – Tiwanaku, Bolivia:
Nos levantamos realmente temprano (alrededor de las 7 de la mañana), alistamos nuestros bartulos (los cuales fueron dejados en la conserjería) y a las 8 estabamos en la puerta esperando la movilidad que nos transladaría hasta el Centro Arqueológico Tiwanaku. Realmente, y estoy completamente seguro que hablo en nombre del trío, no queria hacer esa excursión, no en ese momento por lo menos, solo quería dormir. Sin embargo ya habiamos pagado y nos habían recomendado este lugar pues era (sin poder evitar las odiosas comparaciones): el Machu Picchu boliviano. Finalmente arribó la pequeña (muy pequeña) combi pero ahí se presentó el primer escoyo del día: Julián Schlaen no aparecía entre los pasajeros y los asientos no eran suficientes. Nuestro humor no era el mejor para enfrentar este tipo de situación pero no hubó otra forma. Tras una breve discusión con el guía y un par de llamados de teléfonos el conflicto fue solucionado, plegamos nuestras piernas y subimos a la movilidad. Afortunadamente dos pasajeras no aparecieron y el lugar alcanzó (en los papeles por lo menos pues no había forma de que el lugar sobrara en esas combis). Comenzó el trayecto y descubrimos que había que sumar al coctel encabezado por nuestro mal humor y sueño, un grupo de cuatro argentinos discutiendo "profundamente" sobre política argentina. Nuestro malestar iba en aumento aunque debo aceptar que yo era (como generalmente sucedía) el que peor humor tenía. Tras severos cabezasos al vidrio de la ventanilla llegamos a Tiwanaku (previo paso por un mirador que a nadie le importó) y una vez más, las cosas NO mejoraron. La entrada al parque arqueológico costaba 20 algo, no recuerdo si pesos o bolivianos, pero en el momento nos resultó bastante caro. Comenzamos un recorrido por el museo de la excavación que resultaba interesante pese a que por momentos era imposible combatir contra ese enemigo intimo que es el sueño, el cual se apoderaba de la situación. Yo no recuerdo ninguna explicación en este momento, quizás alguno de mis compañeros lo haga y pueda plasmarla en algún comentario. Finalmente pasamos a recorrer las piramides y los templos de esta antigua ciudad. Lo que si puedo recordar es que esta cultura es antecesora a la incaica, y desde ella partieron los fundadores de Cuzco (Pachacutec, el 9° Inca si mal no recuerdo según las leyendas). A todo esto nos mostraron los 3 templos principales del complejo que representan (seguramente) a los 3 mundos de los incas: inframundo, tierra y divinidades (no recuerdo sus nombres originales). En las afueras del templo más importante, el del Sol, fué tomada la fotografía que pueden observar. En ella se encuentra el trio con su pintoresco uniforme hippie. También se observan dos sombreros pertenecientes a "La comunidad del Sombrero" y un pedazote de cámara que pertenecia al sujeto que amablemente nos tomó la fotografía.
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22 febrero 2006

La cuna del CAOS

Día 9 - 7 de enero de 2006 – Centro – La Paz, Bolivia:
Salimos del mercado Lanza donde habiamos logrado encontrar algo de relativa paz y volvimos al paradójico CAOS de LA PAZ. Caminamos bordeando la avenida principal hasta la iglesia de San Francisco, un edificio bastante impresionante con bellas ornamentaciones que es simbolo de la ciudad. Tras un breve tour por la iglesia procedimos por la calle lateral llamada Sagarnaga y que es donde se encuentra el denominado "mercado artesanal". En ese momento fue cuando decidimos que nos sentiamos demasiado idiotas cargando la mochila delante como nos habían recomendado varios policias. Nos pareció que la facha era más importante que la seguridad, por lo que pasamos las mochilas a su lugar tradicional. Pispeamos algunas artesanias pero todavía teniamos que superar el obstaculo de la falta de cambio boliviano. Seguimos subiendo y llegamos a un mercado alimenticio sobre la mismisima calle que resultó bastante impresionante. Había una gran variedad de alimentos (que a mi, personalmente, me tentaban mucho aunque parecían poco higiénicos) incluyendo ciento veintidos tipos de papas, carne y pescados sobre el suelo, unas bolsas llenas con gelatina con una pajita que salía de ellas y unos vasos tapados rellenos con un liquido color ambar y un carozo de alguna misteriosa fruta. Tras algunas vueltas por el mercado nos dirigimos hacia un banco para cambiar nuestro dinero donde se dió una situación algo peculiar. Julián "gringo" Schlaen (o sea yo) se acercó al cajero y le preguntó amablemente: "¿A cuanto está el cambio con el dolar?" en un perfecto castellano pues esta es su lengua materna, a lo que el cajero respondió en un rústico inglés: "seven ninety eight". En fin...Seguimos recorriendo la ciudad y llegamos al mercado UYUSTUS. Eran cuatro hileras interminables de puestitos que vendían lo que sea, los mismos productos que se pueden encontrar en un Carrefour o un Coto. Empezamos a recorrer el mercado y tras 15 minutos de caminata en fila india, comenzamos a desesperarnos pues no se observaba ninguna probable salida en el horizonte. 20 minutos después logramos salir de ese antro alargado y emprendimos el regreso. En la imagen puede observarse el desorden de las calles paceñas, generado mediante un combo de puestitos en sobre las veredas y las millones de combis que navegan sus calles (cada una con su respectivo GRITON). El caos pudo con nosotros y nos perdimos, por lo que tuvimos que acudir a los policias más amables (quizá en exceso) sobre la faz de la tierra. No solo nos indicaron el camino sino que nos acompañaron durante 3 o 4 cuadras hasta que encontramos nuestro rumbo. Volvimos a Sagarnaga (la calle de los artesanos) y comenzó el 2do frenesi capitalista del viaje. Nos hicimos de: varios tapices, algunos pantalones hippies más, fundas de almohadones, algunas banderitas para las mochilas, pelotas de malabares con semillas de maiz (lo cual lo sabriamos más adelante, en la frontera con Chile) y algun que otro souvenir que ahora no recuerdo. Volvimos al hotel donde conocimos a dos argentinas vecinas de nuestro cuarto que nos cruzariamos algunas veces más durante el viaje y con las cuales comenzó una sanguinaria competencia por el mejor viaje: ellas nos corrían con los precios bastante más bajos que ellas conseguían, sin embargo nosotros contabamos con un arma secreta invencible: nosotros ibamos a Machu Picchu y ellas no. Salimos nuevamente (tras una larga espera para que Doña Florinda nos abriera la puerta) y fuimos a almorzar, lo cual no fue tarea fácil. Recorrimos gran parte de La Paz buscando un restaurant normal que sirviera comida "relativamente" sana. Pasamos por la plaza donde se encuentra la casa de gobierno y finalmente llegamos a nuestro destino. Tras un mediocre almuerzo seguimos nuestro recorrido. Nos dirigimos hacia la estación terminal pues deseabamos salir de La Paz lo más rápido posible con rumbo a Copacabana, el caos nos superaba. En ese momento cometimos uno de los errores más grandes del viaje: sacamos numerosos trayectos abiertos con la misma empresa la cual nos aseguró que era mucho más barato hacerlo de esta forma. 3era, 4ta y 5ta mentira boliviana. Luego volvimos hacia la zona de los artesanos pues nos quedaba por recorrer el "mercado de las brujas" pero en el camino nos encontramos con Rosario y Ariel, quienes estaban en una confiteria merendando. Ellos nos acompañaron hasta la callecita que no presentó más que alguna que otra sopresa como: polvos para el amor y el sexo, algun que otro sapo disecado y algunos fetos de llama. Volvimos hacia el hotel (previo paso por el cyber) y cenamos sopa crema, galletitas, atun y agua dentro del cuarto con una de nuestras vecinas.Finalmente nos acostamos, excesivamente cansados, a dormir pues al día siguiente había que madrugar para realizar el tour a Tiawanaku.
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21 febrero 2006

3 argentinos en La Paz

Día 9 - 7 de enero de 2006 – Mercado Lanza – La Paz, Bolivia:
Tras nuestro periodo místico en la deprimente y húmeda habitación del hostal, nos dirigimos a la recepción para que la administradora (una mezcla de Doña Florinda y la señora de Kung Fu Hustle para los entendidos) nos indicara donde adquirir un buen desayuno y algún que otro recuerdo. Vaya sorpresa nos llevamos cuando nos dimos cuenta que esta señora contaba con más información de la que, tanto ella como nosotros, podiamos manejar. Más aturdidos que ubicados partimos hacia rumbos desconocidos con solo algunas pistas: el comedero del mercado era bueno, barato y bonito, y el mercado de Uyustus era la meca de cualquier cosa que uno deseara adquirir. Empezamos a caminar y ni bien nos habiamos alejado un par de cuadras del albergue, nos dimos cuenta que no teniamos idea de donde estabamos ni hacia donde teniamos que ir, por lo que decidimos vagar hasta que algo apareciera ante nosotros. A esta situación de desconcierto se le sumaba la necesidad urgente de conseguir dinero boliviano pues ya estaba empezando a acabarse el fondo común, al cual en esos periodos habiamos apodado: Roberto Gomez Bolaños (no hay explicación coherente para esto). Llegamos a una peatonal y nos dirigimos hacia lo que parecía una gran avenida. No solo era una gran avenida sino que era la avenida más caótica que observamos en nuestra existencia. Los autos no respetaban las señalizaciones, las combis abundaban y cada una contaba con un sujeto que vociferaba sus destinnos por la ventana, y los peatones navegaban entre el tráfico. Por suerte visionamos el lugar donde debiamos desayunar y comenzamos a cruzar la calle. 15 minutos después habiamos recorrido los 50 metros que nos separaban del mercado y buscamos el comedero. Cuando subimos al 2do piso del mercado Lanza (si no me falla la memoria) y comenzamos a recorrer el patio de comidas, fuimos atacados por una horda de cholas que pretendian meternos en sus puestitos de comidas a todo precio. Finalmente, aturdidos, desistimos de nuestra intención de recorrido y nos sentamos en el primer puesto del lugar. Desayunos los tres por 4 bolivianos con 70 centavos, algo así como 1 peso con 80. En la imagen se puede observar a Nicolás y Gonzalo desayunando: té de canela, pan con mermelada y una empanada de queso para el señor White.
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16 febrero 2006

El iluminado

Día 9 - 7 de enero de 2006 – Hostal París – La Paz, Bolivia:
El viaje a La Paz pasó sin demasiados contratiempos (más que el Sr. Corneta sentado al lado mio) y llegamos alrededor de las 5 de la mañana. Recogimos nuestros bolsos y empezamos a girar sin destino dentro de la estación pues nos advirtieron que no salgamos hasta que no amaneciera. Solo teniamos una punta: El Carretero. Supuestamente era el hostel más bohemio donde iban a parar todos los argentinos. Hicimos las averiguaciones y dimos con la dirección, pero estaba la cuestión de que unos policias nos habían aconsejado que esperaramos hasta las 7 de la mañana aproximadamente ("por las dudas"). Plantamos campamento junto a Juana (la argentina que vivía en Paraguay) y su padre, comenzamos a abrigarnos pues hacía realmente mucho frío y comenzó lo que sería un intento fallido de tomar mate "caliente". Tras una estadía, poco confortable pero algo divertida, en la estación de La Paz salimos con destino al Carretero alrededor de las 8 de la mañana. Decidimos ir a pie pues, según nos habían dicho, estabamos bastante cerca. Durante el recorrido nos cruzamos con algunos paceños que nos hablaron en inglés (sobretodo a mi) lo cual se tornaba algo ridiculo. Lo más desesperante fue, de repente, encontrarnos en una especie de caravana de mochileros sucios. Supusimos que todos estaban caminando con destino al mismo lugar que nosotros por lo que apuramos la marcha (otros grupos supusieron lo mismo que nosotros y también apuraron la marcha y se generó una especie de rally sin un camino muy delimitado). Llegamos finalmente al Carretero y nos encontramos con que había una lista de espera de 60 personas delante nuestro. No estando dispuestos a soportar eso partimos hacia nuevos rumbos. Llegamos a un hostel a una cuadra del anterior que tenía una lista de espera de 20 personas, las cosas iban mejorando. Finalmente a cuadra y media del último nos encontramos con el hostel Paris: 15 bolivianos la noche (creo) y había lugar. Tras algunos regateos por las habitaciones (locación, no precio), nos instalamos en una habitación para tres (lo cual estaba muy bien, pues como todos saben, eramos tres).
La habitación no era de lo más alegre que habiamos visto pero tras 3 horas en la estación de movilidad, no estaba tan mal. Debo reconocer que mis intestinos me jugaron una mala pasada y en ese momento empezo mi debacle. La de Nico había comenzado en Uyuni y la de Mr. White había terminado pues había tragado tanto carbón que podía hacer un asado para 25 personas con achuras incluidas.
Cuando volvimos del baño descubrimos que yo había alcanzado un estadio superior, había logrado el nirvana y estaba iluminado por el Señor. Cross y Nico me pidieron les cuente mis aprendisajes, y yo no se los negué. En la foto superior puede observarse un fragmento de esa secuencia denominada: "La iluminación" o "El iluminado", artista anónimo. Posted by Picasa

Reencuentros

Día 8 - 6 de enero de 2006 – Plaza principal – Potosí, Bolivia:
Dimos algunas vueltas por las bellas calles de Potosí buscando algún sitio que satisficiera las elevadas demandas alimenticias de nuestro miembro no "broasteriado". Finalmente terminamos una vez más en la hermosa plaza principal, cosa que no es muy difícil ya que no nos movíamos en un circuito demasiado amplio sumado eso a que la ciudad tampoco es muy grande. En ese momento comenzó una seguidilla de encuentros que continuaría a lo largo de los días subsiguientes. Los primeros en aparecer fueron los 5 anónimos con los que habíamos realizado el peligroso trayecto de Tupiza – Atocha – Uyuni. La charla no se extendió demasiado con estos sujetos más que un "qué tal el salar?" o preguntas de ese estilo rutinarias entre los viajeros. Nos dimos media vuelta y encontramos a Nadia y Coty (nuestras compañeras de año nuevo) sentadas en un banco de la plaza tomando sol. Nos sentamos un rato a charlar con ellas, en la foto que se encuentra arriba se nos puede ver en plena actividad. De pronto nuestro miembro hambriento no pudo aguantar más y nos fuimos a un bar cercano a la plaza recomendado por las chicas. En este lugar, Mr. White y yo reforzamos nuestros almuerzos "broaster" con unos agradables panes saborizados, mientras que Nico almorzó unos creppes de queso. La señora que atendía el restaurante cocinaba muy bien y además era muy simpática, quizá demasiado ya que una vez que comenzaba a hablar era como la roca que perseguía a Indiana Jones: imparable. Sin embargo en esta charla nos hizo algunas recomendaciones sobre destinos y servicios (que en este momento no recuerdo) que a la larga se demostraron falsas en su totalidad. Tras el almuerzo regresamos a la plaza con las chicas y decidimos que para terminar de redondear el almuerzo era necesario un postre por lo que fuimos nuevamente hacia nuestro querido bunker alimenticio. Pedimos dos postres helados que fueron los últimos que comimos hasta Chile pues fueron tan insípidos y desagradables que nadie se animó nuevamente en mucho tiempo. Se acercaba la hora de nuestra partida por lo que nos despedimos de las chicas y comenzamos el regreso hacia la guarida de Spooky man (nuestro conserje) para buscar nuestras mochilas. Nos cargamos los bártulos al hombro y emprendimos el descenso hacia los bajos de Potosí donde se encontraba la terminal de ómnibus. Nicolás quiso ser previsor y llegamos 1 hora antes de que salga la movilidad hacia La Paz, gracias a Dios esto nos dio la chance de estar tirados en el suelo mugriento de la estación. Finalmente, tras vagar sin sentido durante algunos minutos pasada la hora inicial, llego nuestra movilidad y comenzaron a arrojarle los bolsos desde el 2do piso donde se encontraban las boleterías (lo cual está de más decirles que nos puso harto nerviosos). Cuando vimos que nuestras mochilas habían llegado relativamente seguras a las bodegas del micro, abordamos tras abonar, una vez más, el famoso derecho de terminal. Arriba del colectivo conocimos (tras una poco sutil cerrada de camino de Nico) a Juana, una argentina que vivía en Paraguay quien viajaba con su padre y con quien compartimos más tarde una agónica espera. Comenzó el viaje y al rato estabamos todos durmiendo debido a que la película elegida era: "El hijo de la mascara" (medio quintín por los efectos especiales). Debido a la rotación de lugares, me toco compartir el asiento con un desconocido al que ni bien se durmió apodamos "corneta", esta de más aclarar el origen de su apodo. En la parada de mitad de viaje descendimos en un paraje para orinar donde tuvimos que chapotear en las necesidades de otras personas y lavarnos las manos (quienes se animaron) en un tonel de agua. Finalmente subimos a la movilidad, tomamos nuestra pastilla para el paludismo y nos dormimos hasta el día siguiente.
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14 febrero 2006

Alabado sea el broaster

Día 8 - 6 de enero de 2006 – Broasteria – Potosí, Bolivia:
Nos levantamos alrededor de las 9 de la mañana, organizamos los bartulos (las mochilas comenzaban a tornarse dificiles) y dejamos el hospedaje. Dejamos las mochilas grandes con Spooky Man, el conserje, y fuimos enfrente a desayunar. Mientras terminabamos nuestro mate de coca con sus respectivos panes (algo rancios si mal no recuerdo), la naturaleza volvió a llamar (linea directa con uno de nuestros integrantes) y se le pidió a la dueña del hotel la oportunidad de utilizar sus magníficas instalaciones una vez más. Al rato estabamos una vez más a la deriva por las calles de Potosí, aunque inexplicablemente terminamos una vez más en la calle de los artesanos. Gastamos algunos bolivianos más (un par de banderas indigenas "wiphala", algunos tapices y otras cosillas que no recuerdo) y seguimos dando vueltas por Potosí. Caminamos un largo rato por calles serpenteantes que suben y bajan ya que la ciudad esta construida sobre el cerro. Tras algo de ejercicio físico el apetito se unió al grupo, y Mr. White y Julián decidieron que era momento de zamparse un pollo broaster (fuese lo que fuese), en cambio Nicolás no se sentía tan dichoso en ese momento. Elegimos al azar uno de las cientos de "broasterias" que había en Potosí e ingresamos al fantástico mundo de la comida chatarra boliviana. Pedimos dos porciones de broaster y nos sentamos. Esperamos un par de minutos y se acercó un chico con dos canastas que habrían de torcer el destino de nuestras vidas de ahí en adelante: un colchon de papas fritas y sobre ellas, un delicioso y crujiente pedazo de pollo extra frito, además de una coca cola caliente con pajita desde la botella, todo por la ganga de 8 bolivianos (1 dolar). FABULOSO, no queda mucho por agregar. Con el estomago en ebullición y las manos llenas de grasa, volvimos al mundo exterior buscando un lugar donde Nico pudiera saciar su necesidad de comida "relativamente" sana.
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13 febrero 2006

Nace la comunidad del sombrero

Día 7 - 5 de enero de 2006 – Habitación hospedaje María José – Potosí, Bolivia:
Tras algunas vueltas errantes por el centro de Potosí llegamos a un negocio artesanal, el primero que vimos, y desatamos las bestias consumistas que llevamos dentro y que teniamos atadas desde el inicio del viaje. Mr. White tras un inició algo timido descolló al grito de: "si aceptan visa les hago un hueco" y "mami invita!". La cuenta final fue de unos 300 bolivianos (entre los tres). Algo así como 100 pesos. A partir de ese momento se formó la comunidad del sombrero con el Gandalf, el playero emparchado y una numerosa cantidad de gorros coyas. Además de esto compramos los primeros 3 pantalones hippies del viaje, un pullover coya, y alguna que otra cuestión que en este momento sobrepasa mi memoria. Decidimos no seguir caminando por la calle de los artesanos ya que nuestro presupuesto no podría contener otro embate de tal calibre y nuestra voluntad se había mostrado flaca a la hora de contener la voragine capitalista, por lo que emprendimos viaje hacia el mercado gremial (si ya se). Sin embargo este rejunte de negocios no presentó grandes atracciones y no tuvimos que desembolsar ni un solo boliviano.
Nos regresamos hacia el hotel más que contentos con los nuevos integrantes del plantel, aunque algo preocupados porque la mochila comenzaría a tornarse un tanto inmanejable. La felicidad que abundaba en el ambiente se ve reflejada en esta fotografía perteneciente a la sesión fotográfica realizada al llegar al hospedaje. En escena (de izquierda a derecha): Mr. White con sombrero coya, mate argentino y las gafas de sol perdidas pero no olvidadas, Julián (o sea yo) con el sombrero Gandalf y sosteniendo una parte fundamental de nuestro equipo en esta parte del viaje, y por último (pero no menos importante) Nicolás con el sombrero playero emparchado y uno de los 3 termos de acero inoxidable con los que contabamos (aunque el suyo tenía olor a trasero por lo que dudo que sea el que usabamos en ese momento).
Despues de tan ameno momento decidimos que era hora de salir a comer. Para ese momento tan especial Cross decidió vestirse con absolutamente todo lo que se había comprado, ergo: gorro coya, sueter coya y pantalones hippies (lamento no poder brindarles una foto de ese atuendo, les aseguró que era notorio). Marchamos hacia nuestro bunker donde ordenamos algunos sandwiches, lomitos y hamburguesas. Luego dimos algunas vueltas por la peatonal de Potosi, y por los alrededores del centro donde un amigable boliviano que estaba pasado de copas quiso golpearnos, sin embargo tenia problemas para mantenerse en pie por lo que, afortunadamente, no pudo cumplir su objetivo. Tras escapar valientemente de esta situación terminamos sentados en la plaza frente a la municipalidad, charlando sobre la vida.
Al rato fuimos hacia el hotel donde nos echamos a dormir tras un largo y agotador día.
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De vuelta a la "superficie"

Día 7 - 5 de enero de 2006 – Agencia de viajes – Potosí, Bolivia:
Tras un increíble viaje por las entrañas de uno de los cerros más explotados de la historia de la humanidad, emprendimos el retorno hacia la superficie donde el escaso oxigeno de los 4500 metros de alturas nos resultaba más que suficiente. Tras unos minutos de descanso en la puerta de la mina emprendimos el retorno en la movilidad que nos esperaba allí donde nos reencontramos con los tres europeos que habían subido con nosotros y que luego habían sido derivados hacia un tour en inglés, un alemán llamado Martin y dos belgas que nunca supe sus nombres. Bajamos hacia la ciudad y nos dirigimos hacia la agencia. Recién en ese momento nos sentimos de humor como para tomarnos una foto digna de los mamelucos que llevabamos, la aclamada mundialmente: FOTO GOMA. De derecha a izquierda: Gonzalo "Chun Lee" White, Nicolás "Top Gun" Subero y Julián "Steve-O" Schlaen.
Llegamos a la agencia donde nos sacamos los "efecto invernadero" moviles, llenamos una encuesta sobre la calidad del servicio y dejamos nuestra huella con indeleble sobre la pared del lugar (cabe destacar que no realizamos un acto vandálico sino que las paredes estaban escritas con comentarios de los turistas, y también cabe destacar que Nico se había inclinado por una de estas agencias gracias a estos comentarios por lo que yo procedí a largarle una seríe de improperios aduciendo que podrían haber sido escritas por los dueños de la agencia. Horas más tarde estaba yo mismo escribiendo una de esas paredes). Durante este tour se armó un grupo bastante agradable, hubo lo que se dice química (no sexual esta de más decirlo), simplemente era un grupo que funcionaba. De esta manera se armó, acto seguido, un almuerzo en un restaurant cercano llamado "Offside" (decorado, obviamente, con motivos de fútbol). En la mesa eramos 12 incluyendo (creo): 3 bolivianas, 2 belgas, y 7 argentinos, lo que se dice una mesa cosmopolita. Tras un almuerzo que gusto a algunos y disgustó a más, unos mates de coca y una sobremesa más que extensa, los argentinos salimos a caminar con rumbo perdido. Sin embargo esta situación no se prolongó demasiado ya que la naturaleza llamó a uno de los integrantes del trio protagónista de esta historia (no voy a dar nombres ya que no se si Nico quiere que lo diga, y además a mi me dieron ganas cuando llegamos) y tomamos rumbo hacia el hostel donde se generó la primera de muchas idas al baño conjuntas (inodoros separados obviamente). Esta actividad resultó ser bastante divertida pese a lo asquerosa que suene (aclaro que en este punto ya no nos importaba usar ningún tipo de baño).
Al rato volvimos a las calles de Potosí con rumbo a la terminal de buses (si, movilidades). Caminamos hacia lo que llaman "abajo", esto tiene una simple explicación: queda abajo. En la terminal sacamos los pasajes para el día siguiente hacia La Paz. Tras unos minutos de rumbo azaroso nos decidimos por la calle de los artesanos como destino y tomamos la primer movilidad que nos llevaba de nuevo para "arriba".
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En las profundidades de la pachamama

Día 7 - 5 de enero de 2006 – Mina Rosario, Cerro Rico – Potosí, Bolivia:
Nico y yo nos levantamos temprano para desayunar, ya que la movilidad privada nos pasaría a buscar alrededor de las 9 de la mañana, mientras que Mr. White optó por la opción B: 10 minutos más de cama, un chocolate y un yogurth (cuya cadena de frio seguramente fue rota tantas veces que ya era ricota). A las 9:15 pasó la combi de 4 metros de largo y con una capacidad para unas 30 personas (obviamente el espacio entre asientos alcanzaba para que un nene de 4 años entrara con las piernas cruzadas) diseñada por el mismo arquitecto enano que diseña las puertas. En la movilidad se encontraban Ariel y Rosario, los porteños con los que habiamos arreglado el tour el día anterior, y al rato pasamos a buscar a Leticia y Luciana, quienes se sumarían (esporádicamente) a nuestra cruzada por Bolivia hasta la Isla del Sol. La movilidad nos movió hasta la agencia donde procedimos a conocer a las guías y a calzarnos unos mamelucos amarillo fluo ultra fashion con sus respectivos cascos y botas. Volvimos a la nunca mejor llamada MINI van y nos trasladaron hacia el cerro Rico donde comenzaría el tour. Lo primero que visitamos fue el mercado minero donde nos invitaron a comprar ofrendas para los mineros, lo cual en el momento fue algo incomodo porque más que invitación fue una obligación (aunque más tarde al observar como trabajaban hubiesemos comprado 9 kg de helado de persicco para darles). En definitiva compramos el super combo que incluía una gaseosa, unos cigarros mineros, hojas de coca, y otras cosillas que ahora no recuerdo. Luego nos llevaron al negocio de dinamita donde nos invitaron a comprar un cartucho para detonarlo y ver la explosión, obviamente gatillamos ahi también. Finalmente el tour costó algunos bolivianos más de lo que nos habían dicho en un principio, sin embargo todo valió la pena.
Volvimos a la movilidad y comenzó la subida a lo que sería el punto más alto de todo el viaje: la entrada a la Mina Rosario en el cerro Rico de Potosí a 4500 metros sobre el nivel del mar. Llegamos a la entrada a las minas y la guía nos relato algunos sucesos de la época de la colonia, los sistemas a través de los cual se explotaba a los nativos americanos, la cantidad de vidas que se habían cobrado las minas, la cantidad de plata que se había enviado a europa pero todo se resumía en una metáfora con la cual cerró esta introducción: se dice que con la plata que se extrajo de Potosí se podía construir un puente desde esta ciudad hasta Madrid, y otro se podía haber construido con los huesos de los indigenas muertos para extraer ese metal. Siempre escuchamos las historias de las minas de Potosi pero es mucho más duro y vivido escucharlo de alguien descendiente de indigenas y estando en las minas mismas. Conmovidos por el relato y apunados por la altura comenzamos el descenso hacia las profundidades de la mina Rosario. El tunel por el cual caminabamos tenía unos 120 cms de ancho (a lo sumo) y por momentos tendría lo mismo de altura, por lo cual se generaba una cierta sensación claustrofóbica, a eso se suma que por el medio de este camino había unos rieles por los cuales la guía nos había anunciado que, cada tanto, pasaban carros llenos de piedras y no se podían detener, por lo que trataría de avisarnos. Realmente es muy dificil describir la sensación que se vive dentro de las minas. El encierro es absoluto, el aire por momentos es muy denso, la luz artificial escasea, es decir, las condiciones para un visitante no son acogedoras pero en ese momento poco importa: tras el relato de nuestra guía solo pensabamos en como sería trabajar 10 horas por día todos los días de la semana durante 50 años, esto hacia que todo agobio fuera dejado de lado. Cada tanto la guía avisaba que había que apurar la marcha porque se acercaba un carro que no podría frenar. Algunas veces nos encontrabamos en lugares relativamente amplios y esperabamos que el carro pasara. En otras oportunidades se caminaba en cuclillas, con 30 centimetros de margen hacia cada costado y el miedo se apoderaba de nosotros, debiamos apurarnos a llegar a algún lugar donde hubiese margen para dejar pasar el carro. En una oportunidad dejamos pasar un carro que debe haber circulado a unos 30 km por hora.
Finalmente, tras pasar por un diminuto tunel (en el que por suerte no había rieles) llegamos al lugar donde los mineros realizan sus rituales al "dios" de la mina, el Tío. Una especie de diablo al que se le realizan ofrendas con el fin de obtener protección dentro de las minas: coca, alcohol, cigarrillos e incluso fetos de llamas. La historia del nombre de este dios es bastante curiosa. Los españoles impusieron este ser para que "controlara" a los indigenas durante su trabajo dentro de las minas, ya que ni siquiera querían ingresar para supervisar los trabajos que se realizaban. Los españoles lo impusieron como el Dios, pero los indigenas no contaban con la letra D en su lengua, y la letra que más se parecía era la T (el Dios = el Tío). Los indigenas lo adoptaron como el ser que genera todo lo que sucede dentro de las minas, y aún es el día de hoy que se le realizan todo tipo de ofrendas para obtener su protección. En la foto se observa el grupo (Julián, Gonzalo, Nicolás, Leticia, Helen (la guía), el Tío (que estaba contento de vernos), Rosario y Luciana. Ariel tomó la fotografía.
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07 febrero 2006

La ciudad más alta del mundo

Día 6 - 4 de enero de 2006 – Casa de la Moneda – Potosí, Bolivia:
Nos levantamos temprano al día siguiente y fuimos a buscar un lugar para desayunar. Elegimos un sitio que tenía pinta de tugurio (un primer piso) con mezcla de karaoke y sitio turístico. Tras un breve lapsus, el mozo entendió lo que queriamos (dos desayunos simples y un mate de coca, no era tan complicado) y partió hacia la cocina. Desayunamos relativamente bien pero fue bastante caro para Bolivia, pagamos alrededor de 8 bolivianos cada uno (1 dolar) por el desayuno, aunque Uyuni es una ciudad bastante cara si es comparada con el resto del pais. La noche anterior habiamos cenado por unos 25 bolivianos cada uno (los fideos desagradables).
Finalmente, tras el desayuno nos tomamos nuestra movilidad "Emperador" hacia Potosi. Esta vez fué el turno de Nico y tuvo que viajar solo. Fue un viaje de unas 5 o 6 horas por ruta de montaña en las que el pasillo estuvo llena de gente que viajaba parada incluyendo gente con niños, lo que te hacia sentir bastante mal pero el cansansio era superior como para ceder el asiento. Realmente fue un viaje bastante desagradable pese a que el paisaje era muy bonito. En el medio del viaje la movilidad paró para que los pasajeros fueran al baño y comieran algo. Esta de más aclarar que no bajamos aterrados por la posibilidad que nos hurtaran los asientos. Solo Gonzalo se animó a bajar sabiendo que los asientos quedaban custodiados.
Un par de horas más tarde llegamos a Potosí.
Ni bien bajamos de nuestro transporte, un taxista comenzó a acecharnos con la intención de llevarnos. Ni el sabía a donde queriamos ir, ni nosotros lo sabiamos, pero aun así insistia en llevarnos. Tras unos minutos de acecho logró ponerme lo suficientemente nervioso como para que les insistiera a los chicos para ir caminando (una vez más, no sabiamos a donde). Por lo que comenzamos a subir hacia lo que supusimos era el centro. Les recuerdo que estabamos a más de 4000 metros de altura en la ciudad más alta del mundo y que Potosí esta construido sobre un cerro, y sumenle a esto 12 kg de promedio en nuestras espaldas. Luego de unas 7 cuadras de puro sufrimiento y agonía llegamos a una calle donde había varios hostels. Obviamente recorrimos todos hasta que encontramos el más barato. Luego de que un lugar que nos había gustado bastante aumentara 80 bolivianos en 10 minutos, optamos por el más barato de todos: Hospedaje María José (creo que 15 bolivianos cada uno, menos de 2 dolares). Dejamos los bartulos en la habitación, conocimos al encargado (un hombre muy extraño que a partir de ese momento paso a ser denominado Spooky Man) y salimos a caminar.
La primera impresión que nos dejo Potosí fue de un caos constante. Un desorden que partía del diseño de la ciudad y se transladaba al tráfico, sin embargo era una ciudad muy linda. Dimos algunas vueltas por la ciudad y decidimos entrar en la mítica Casa de la Moneda (desde donde partía toda la plata y el oro hacia España). En el patio principal de este edificio sacamos la foto que se observa arriba (observen que mi pelo se asemeja bastante al mascaron que hay arriba, estilo Cristobal Colón que le dicen o Guybrush Threepwood para los entendidos). El tour no fué gran cosa pero si fue bastante caro. Lo interesante fue un cofre que se abria dandole 4 golpes con la llave y luego girandola, la historia del mascarón (no saben lo que hay detrás y se especula que se hizo para tapar un signo español - Gonzalo acotó inteligentemente: "porque no le hacen rayos x?") y una turista que quedó atrapada en una sala cerrada (abrían las puertas adelante nuestros y un guardia las cerraba en cuanto nos ibamos, en este caso falló). Salimos de la Casa de la Moneda y comenzó la negociación con las agencias turísticas para realizar, al día siguiente, el recorrido de las minas de plata del Cerro Rico. Conseguimos un buen precio que ahora no recuerdo pero solo si eramos 5, sino debiamos pagar más dinero. Frustrados nos fuimos a merendar al que sería nuestro bunker en Potosí, una confiteria bastante agradable. Ahí fué donde conocimos a quienes viajarían, luego, con nosotros en lo que nos quedaba de Bolivia: Ariel y Rosario. Nico simplemente los convenció de que fueran con nosotros a las minas al día siguiente, y ellos aceptaron. Así conseguimos el precio que queriamos.
Dimos algunas vueltas más por la ciudad y fuimos a comer a un pequeño antro sobre la peatonal. Luego nos conectamos a internet y volvimos al hospedaje. Allí intentamos tomar el 2do mate (argentino) del viaje pero por alguna razón el calentador que teniamos calentaba muy poco, y el termo parecía enfriar el agua. Tomamos algunos mates tibios y nos acostamos a dormir.
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05 febrero 2006

La entrada del INTI

Día 5 - 3 de enero de 2006 – Salar de Uyuni – Uyuni, Bolivia:
Al rato partimos hacia lo que sería la última parte de la excursión, los "ojos" del salar desde donde observariamos la "entrada del sol" (así le dicen en Bolivia a la puesta del sol). Esta vez nuestros compañeros brasileros nos dejaron los asientos más cómodos lo que fué un gran gesto. Tras aproximadamente 1 hora de viaje en la 4x4 donde apreciamos unos paisajes increibles, como en los lagos del sur el cielo se reflejaba en la sal y no se percibía donde estaba el horizonte, llegamos a nuestro destino. Primero observamos los "ojos" que eran unos pequeños charcos de agua en el suelo con unas burbujas en el medio que salian desde el fondo del charco. Luego dimos unas vueltas, Gonzalo y Nicolas se sentaron a esperar que atardeciera y yo aproveché para sacar algunas fotos más, luego me senté a esperar algo alejados de ellos (unos 300 metros) y descubrí lo que sería nuestra diversión unos minutos más tarde: se escuchaba absolutamente todo lo que hablaban por más que lo dijeran muy bajito y que yo estuviera tan lejos. Cuando se acercaron a mi procedí a contarles de mi descubrimiento y comenzamos a probar hasta que distancia se escuchaba. La verdad que era algo "super raro".
Finalmente llegó el atardecer y comenzamos la primer sesión de fotos místicas (tipo de foto que Mr. White tiene en su habitación y siempre nos gustó) del viaje. La foto que se observa arriba no pertenece al grupe de fotos místicas pero de todas formas fué sacada en ese momento.
Cross y Nico comenzaron a volver mientras yo sacaba una foto panorámica del lugar, y para cuando estaba terminando el chofer optó por irme a buscar ya que los brasileros estaban muy apurados por llegar a Uyuni para tomar una movilidad a Potosí (nosotros ya teniamos pasaje para el día siguiente). Emprendimos el viaje de regreso a Uyuni rodeados por una tormenta eléctrica que se observaba tanto a babor como a estribor. Los brasileros pudieron llegar a tomar su transporte, algo agonicamente, pero lo lograron.
Una vez en Uyuni comenzó lo que sería lo más dificil del día: intentar cenar. Ninguno de los tres andaba bien del estomago (sobretodo Mr. White) por lo que no nos queriamos arriesgar demasiado y optamos una vez más por los restaurants dejando de lado los puestos de salchipapas. Había alrededor de 4 o 5 restaurants en el boulevard principal y nosotros deseabamos comer una pizza de queso (decir muzzarella me parece un poco pretencioso) por lo que entramos primero en una pizzeria. Salimos espantados al observar que la grande de muzarella costaba alrededor de 20 pesos argentinos y nos dirijimos rapidamente a un restaurant de menor categoría que supusimos (una vez más, equivocadamente) que sería más barato. Resumiendo: recorrimos todos los restaurants y terminamos en el primero de todos ya que era el más agradable y tenia los mismos precios que todos. Pedimos una pizza una vez que logramos que nos atendieran y recibimos la negativa. Se había acabado la pizza (les recuerdo que estabamos en una PIZZERIA!, Pizzeria Arcoiris para más detalle) por lo que tras un breve concilio nos decidimos por los spaghettis. Al rato largo llegaron nuestros platos y comenzamos a comer. Para cuando estabamos terminando comenzamos a ver una seguidilla de pizzas desfilar por las mesas que nos rodeaban. Nico no aguantó lo que sería la 3er mentira boliviana y le preguntó al mozo que era lo que sucedia que de pronto había pizzas. Según el mozo, la dueña se había puesto a amasar más pizzas.
Resignados pagamos la cuenta y nos fuimos al hotel.

En los papeles nos esperaba un duro viaje hasta Potosi al día siguiente y había que descansar.
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04 febrero 2006

Tres al hilo en la Isla del Pescado

Día 5 - 3 de enero de 2006 – Isla del Pescado – Uyuni, Bolivia:
Partimos del hotel de sal rumbo a la isla del pescado (suponemos que se llama así porque su forma cuando se refleja en el horizonte sobre el salar se asemeja a un pescado vagamente). Tras una hora y tanto de viaje por el mar de sal llegamos a esta isla de tierra completamente llena de cactus que se eleva por encima del desierto algunos metros y te permite tener una vista privilegiada del salar. Ni bien llegamos Mr. White se interesó por los baños de la isla en las que podía hacer su primer download del día. Luego caminamos alrededor de 30 minutos y llegamos a la cima de la isla. La vista era impactante: blanco hacia cualquier lugar que observaras.
Al rato bajamos a donde nos esperaba el almuerzo incluido en la excursión. Habiamos pedido que hubiese carne de llama pero nos enchufaron una milanesa de pollo sin siquiera aclararnoslo, esa fue la 2da mentira boliviana!. No puedo dejar de mencionar que previo al almuerzo Mr. White volvió a visitar la cabaña higiénica, y contamos 2.
El almuerzo no fue gran cosa ya que comimos bajo un sol abrazador de mediodía en el medio de un desierto de sal. Ni bien pudimos huimos hacia la sombra dejando a los brasileros en la mesa, ya que nosotros los habiamos tenido que esperar previamente. Tras un rato a la sombra Mr. White quiso hacer la vencida y visitó nuevamente el baño.
Finalmente mientras esperabamos para seguir la excursión hicimos un poco de tiempo dando unas vueltas por el salar en la que sacamos la foto que pueden observar arriba.
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03 febrero 2006

Salaaaado

Día 5 - 3 de enero de 2006 – Hotel de sal – Uyuni, Bolivia:
Tras una breve pasada por el hotel para que yo buscara las ojotas que me había olvidado, y que según la señora de la agencia eran fundamentales para la excursión (no las tocamos siquiera obviamente), partimos hacia el salar. A pocos kilómetros de Uyuni el paisaje semidesértico se va tornando cada vez más blanco a medida que se acerca al salar. Pero la excursión incluía, previo al salar, una para en el pueblito que esta justo en el límite del salar donde hay, en teoría una fábrica de sal (o sea la destilan o algo así porque "fabricar" sal ahí sería de lo más estúpido) que nosotros no pudimos ubicar ya que el guía de guía no tiene nada y de chofer todo por lo que no nos explicaba casi nada. Lo que si pudimos ver fueron las millones de artesanías que nos quería enchufar y la plata que nos querían cobrar para entrar a un "museo de sal". Ni lentos ni perezosos huimos de esa trampa de turistas y volvimos a la camioneta donde esperamos a los brasileros para salir de ese sitio demoníaco. Unos kilómetros más adelante comenzó realmente el salar y realmente fue un paisaje muy extraño aunque muy lindo también. Para cualquier lado que se mirara, se observaban kilómetros y kilómetros de planicie totalmente blanca y de fondo las montañas. Además en algunos sitios había algunos centímetros de agua sobre la sal por lo que el sol se reflejaba en el suelo y también el cielo y las montañas del fondo. En el medio (no literal) de esta inmensidad de sal se encuentra el "hotel de sal" (literal). No es ni más ni menos que un hotel construido íntegramente de sal. Los ladrillos son de sal, las mesas son de sal, las sillas son de sal y la cuenta del hotel, sin dudas, es salada. Había cartulinas pegadas en las paredes que decían "Si va a sacar fotografías, compre alguna artesanía" (o en ingles, como a Mr. White le gusta: "To take a photograph, buy something", también estaba en hebreo y japonés, pero no cuento con los caracteres necesarios para escribirlo). Tras una seguidilla de fotos gomas (a saber: foto goma es la foto que todo turista se saca cuando esta en algún lugar turístico muy conocido) como esta que se ve arriba (aunque más tarde hay exponentes mayores de la gomada), volvimos a la camioneta y partimos hacia la isla del pescado.
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Cementerio de trenes

Día 5 - 3 de enero de 2006 – Cementerio de Trenes – Uyuni, Bolivia:
El día comenzó temprano, alrededor de las 8 de la mañana. Nos levantamos con el humor renovado, sobretodo Cross, y partimos hacia el centro (nosotros estabamos en las afueras de la ciudad y tuvimos que caminar como 2 cuadras) para tomar un desayuno de campeones. Encontramos un agradable lugar en el boulevard central, nos sentamos y pedimos 3 desayunos simples (alrededor de 7 bolivianos cada uno). Mientras tanto, a nuestras espaldas, un méxicano intentó por todos los medios disponibles a su alcance, sentirse como en su casa. Le pidió a la encargada que le recitara todo el menu para terminar quedandose con los jugos naturales que no le había nombrado y un revuelto de huevos que le explicó, paso a paso, como preparar incluyendo los ingredientes, el modo de cocción y el tiempo de cocción. Finalmente le preguntó a la confundida moza si contaba con alguna salsa picante, y ante una oferta poco saborizada para su gustó (aunque seguramente esta era suficiente para fulminarnos las papilas gustativas a cualquiera de nosotros) la hija del mexicano se levantó resignada para buscar una salsa que este guardaba en su habitación. Este episodio tiene poca reelevancia y quiza no es del todo gracioso pero nos causó gracia en su momento.
Tras el desayuno caminamos los 15 metros que nos separaban de la agencia (pues Nico temía que se fueran sin nosotros) y esperamos 10 minutos a que se terminara de completar los pasajeros de nuestra excursión, cuatro brasileros con los que hicimos pocas migas. Una vez que estabamos todos, caminamos hacia la camioneta y nos atolondramos por subir para tener los mejores lugares. Obviamente por atolondrados nos tocaron los peores, atrás de todo, con ventanillas azules que no se bajaban.
La primer parada de la excursión fué en el cementerio de Trenes. Aparentemente Uyuní había sido un bastión ferroviario de Bolivia en algún momento de la historia ya que contaba con una buena parva de trenes viejos abandonados y oxidados donde nos tomamos algunas fotos. La foto que ven arriba es un ejemplo de esto. (Si por casualidad se preguntan porque no pase del otro lado como los chicos esto tiene respuesta. Si yo hubiese tratado de apretar el disparador automático y pasar hacía allí en los 10 segundos que me da la cámara me hubiese rebanado la cabeza con el hueco oxidado que se ve atras de mis piernas).
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El Protegido

Día 4 - 2 de enero de 2006 – "Estación terminal" – Atocha, Bolivia:
La situación ya era poco agradable en el arribo a Atocha pero rapidamente empeoró mucho más. Ni bien bajamos de la camioneta la tormenta que nos perseguía se tranformó en granizo (en este momento Mr. White se convirtió en el primero del grupo de emponcharse). El chofer de la empresa que habiamos contratado consideró que las condiciones no estaban dadas para continuar el trayecto y no nos podía asegurar si saldriamos ese día. Atocha era poco agradable pero Nico consideró que si permaneciamos ahí más de 1 hora las puertas del infierno se abrirían y los ejercitos de las tinieblas invadirían la tierra, por lo que en un estado de neurosis absoluto comenzó a negociar con todo chofer que se cruzaba en su camino. En la foto anterior se observa Atocha, a Nicolás en plena neurosis y a uno de los 5 anónimos siguiendolo de cerca.
Mientras tanto el show de Mr. White había comenzado y optó por visitar las instalaciones sanitarias de este peculiar pueblito. De ahí se desprende la famosa frase: "vos cagaste en atocha". Luego se sentó en un escalón a esperar que todo mejorara, pero eso no paso. En ese momento aproveche para sacar la foto que observan arriba.
30 minutos más tarde (justo a tiempo para evitar una debacle con Lucifer) partimos en otra camioneta (aunque en condiciones similares a la anterior, excepto que esta vez nosotros tres ibamos mirando hacia delante) con destino a Uyuni. El viaje pasó sin grandes contratiempos gracias a la mágica Coca. En ese momento comenzó el romance que nos acompañaría hasta Machu Picchu, mascar hoja de coca.
Llegamos a Uyuni 2 o 3 horas más tarde. Nos instalamos en un hotel cercano a la zona de buses (pagamos 12 bolivianos sino me equivoco). Mr. White optó por quedarse en la habitación ya que su salud no estaba en su mejor momento. Salimos con Nico a negociar la excursión al salar para el día siguiente y conseguimos lo siguiente: el tour de 1 día + la posibilidad de ver el atardecer en el salar por 15 dolares, no estuvo mal. Luego fuimos a buscar algún lugar barato para comer pero no pudimos encontrar nada ya que en Uyuni se varía entre caro y extremadamente barato (puestito callejero). Dado que no nos sentiamos con demasiada suerte optamos por el restaurant caro (uno 12 pesos argentinos cada uno) donde comimos una milanesa de pollo con fideos, arroz y papas fritas, y finiquitamos con el primer de muchos tés de coca que ibamos a tomar en el viaje.
Volvimos la habitación al rato y sin demasiado preámbulo todos nos quedamos dormidos.
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02 febrero 2006

ENTRAMOS A BOLIVIA


Día 4 - 2 de enero de 2006 – "Estación terminal" – Atocha, Bolivia:
Nos levantamos alrededor de las 6 de la mañana (habiéndonos acostado a las 2 aproximadamente) y seguíamos acumulando sueño. Nos despedimos de Constanza y Nadia y partimos nuevamente hacia territorio hostil. Una vez en la frontera decidimos que esta vez sería prudente hacer los tramites migratorios por cuestiones de seguro de viaje y porque nos copaba la idea de que empezar a rellenar nuestro pasaporte con sellitos. Caminamos hasta la terminal de movilidad y plantamos campamento mientras esperábamos que nuestro transporte saliera (entretanto observábamos al resto de la gente, que en teoría partía una hora más tarde, yéndose antes que nosotros). Finalmente apareció nuestra movilidad y nos dispusimos a abordarlo, pero apareció lo que sería una constante a lo largo de todo el trayecto: una "amable" señora se interpuso entre los aspirantes a pasajeros y la puerta de acceso al transporte mientras demandaba el abono de 2 bolivianos en concepto de "derecho de terminal" (fué lo más parecido a "inspector de billeteras" que expertimenté). Tras una breve discusión entre esta señora y otra pasajera que no estaba deseosa de colaborar con la terminal de Villazón, subimos a la movilidad.
Dada la rotación de asientos que se había establecido en el grupo era el turno de Gonzalo de viajar solo, mientrás que Nicolás y Julián viajarían en el asiento de adelante suyo. En este colectivo fue que la peor pesadilla se hizo realidad, una chola de compañera de viaje. No solo eso sino que esta señora boliviana contaba con numerosas bolsas, un joven sin boleto y un olor prominente. Sin embargo, fiel a su filosofía de vida (y preparando el download que se venía en Tupiza), Mr. White dormitó todo el viaje. Tras un viaje sin grandes sobresaltos y con un lindo paisaje acompañandonos, llegamos a Tupiza. Esta ciudad, por lo poco que vimos, no presentaba grandes intereses más que estar en el camino hacia Uyuni. Sin embargo la cuestión no fue tan fácil como parecía en Villazon, pero mucho más fácil de lo que podría haber sido (por situaciones que después nos enteramos). Mientras Boer hacia una descarga en el baño (previo abono del primer derecho de sanitario obviamente) 5 porteños anónimos (ya que no me acuerdo sus nombres y no hay fotos) nos ofrecieron compartir una 4 x 4 hacia Uyuni por 70 bolivianos por persona. Sin dudarlo aceptamos y subimos a la movilidad. Sin embargo en este momento comenzó la verdadera aventura. Eramos alrededor de 12 personas en una Freelander. Adelante viajaban 3 personas y atrás eramos 9 sentados con las espaldas contra las ventanillas (como en el subte B).En este momento se puede decir que nos sentiamos de lleno en Bolivia.
El viaje hasta Atocha (la parada previa a Uyuni) fue, sin dudas, el más duro de los que afrentamos. Era un camino de tierra, con precipicio constante hacia un lado y una curva tras otra, todo esto sin contar que nuestro conductor quería quitarle una basurita del costado a la camioneta intentando rasparla con todo auto que pasaba en la via contraria. El saldo de este viaje fueron 2 paradas para vomitar en la que cayeron 4 pasajeros, más un vómito en una bolsa dentro de la camioneta. El saldo de nuestro grupo fué: dos expulsiones de una sola persona, una arcada con baja de presión para otra y un cagaso padre para el tercero. Finalmente cuando estabamos llegando a Atocha se largo a llover y granizar.
La foto de este comentario es el agradable pueblo de Atocha y Nico en tratativas.
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01 febrero 2006

Punto de no retorno CUAC!

Día 3 - 1 de enero de 2006 - Cruce Fronterizo - La Quiaca, Jujuy, Argentina:
Una vez en La Quiaca optamos por cruzar rápidamente a Villazon (Bolivia) ya que esta ciudad no tenía absolutamente, la sorpresa fué cuando llegamos a la otra ciudad y era aún peor.
Caminamos las 5 o 6 cuadras que separan la terminal de la frontera y de a poco comenzabamos a sentirnos fuera de lugar.
Una vez que llegamos al puesto de frontera nuestras compañeras, algo más experimentadas en la zona que nosotros, nos dijeron: "Vamos a averigüar por los pasajes y después volvemos para hacer los trámites", nuestro sentido común nos alertó sobre esta arriesgada movida que significaba pasar a Bolivía ilegalmente y volver del mismo modo a nuestra patria horas más tarde, por lo que decidimos ir a consultar con el sargento de turno. 15 segundos más tarde estabamos en Villazón con todos nuestros bartulos y sin haber sido registrados jamás.
Una vez en Boliva se agigantó la sensación de extranjería que veniamos sintiendo desde La Quiaca. Creo que así se deben sentir los jugadores de fútbol cuando salen a la cancha, solo que a ellos de verdad los miran (aunque nunca supimos si lo nuestro era paranoia o realidad).
Llegamos a la terminal de omnibus de Villazón que debe ser lo más parecido a un gallinero en tamaño humano que vi en mi vida y comenzamos a averigüar las posibilidades de movilidad que había. Buscabamos tanto para Uyuni (previo paso por Tupiza) como para Potosí, aunque después de una discusión grupal decidimos optar por Uyuni(personalmente debo decir que estaba en desacuerdo pero más tarde comprobé que Nico tenía razón en optar por ese destino).
Es en este momento que Sebastián cobra importancia. Fué este personaje quien nos convenció (en Tilcara) de que optaramos por Uyuni por un tema de acostumbramiento a la altura, aunque rapidamente y marcando tendencia, en la movilidad a La Quiaca se "iluminó" y decidió que era mejor Potosí. Cuando llegamos a la estación de Villazon, ante la negativa boliviana de venderle pasajes optó nuevamente por Uyuní, y como no se conseguían pasajes hacía ese destino tampoco empezó a organizar 6 o 7 grupos simultaneos en los que busco agrupar a unas 83285 personas. Luego trato de negociar con un sujeto que se encontró en un semaforo para que nos lleve en su camioneta hasta Tupiza. Logró un acuerdo muy beneficioso y nos fuimos a esperar la camioneta a la estación. Esta pasó por la estación, nos dijo que iba a cargar oil y volvía. 1er MENTIRA BOLIVIANA! (aclaro que este comentario no es discriminatorio sino que se basa en un estudio empírico que realizamos durante nuestro viaje). Quiza se fué a buscar el oil al oceano, pero nosotros nunca más le vimos un pelo.
Luego de arduas negociaciones decidimos cortar por lo sano, separarnos del grupo y comprarnos un pasaje para el día siguiente hacia Tupiza. Nos pareció prudente pasar la noche en territorio argentino ya que Villazón no nos inspiraba confianza (sobretodo al Sr. González) y tras una ardua negociación con los oficiales fronterizos nos dejaron volver a Argentina (pasamos por al lado y les dijimos: antes nos dejaron pasar para averiguar por los pasajes, y nos respondieron: "Bueno, pasen"). En ese trayecto la nariz de Julián empezó a sangrar (o sea yo) y ese fué el primer signo de apunamiento serió que experimentamos.
Consiguieron un hostel (que si no me falla la memoría se llamaba copacabana y cobraba 12 pesos por persona) bastante agradable mientras yo esperaba sangrando tirado en el suelo y luego fuimos a comer.
Esa noche Julián tuvo un episodio aterrador no esclarecido aún. Mientras averiguaba algunas cosas en la administración del hotel escucho una voz muy cerca de su oido, casi dentro de su cabeza que le susurró: "No hay tiempo que perder". Julián corrió valientemente hacia la habitación y le dijo a Nicolás:"No sabes lo que escuché, me cagué en las patas" y le contó el episodio. Nicolás valientemente también se cagó en las patas. Gonzalo le dió poca importancia al asunto ya que se había dado una ducha muy agradable.
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Hacia la frontera!

Día 3 - 1 de enero de 2006 - Algún lugar entre La Quiaca y Tilcara - Jujuy, Argentina:
Nos levantamos alrededor de las 9 de la mañana y comenzamos a levantar los bártulos que increíblemente habíamos desperdigado en menos de 20 horas por toda la habitación. Misteriosamente se empezó a marcar una tendencia, los bártulos del Sr. Crosta Blanco siempre fueron los más desperdigados y esa tendencia duró hasta el fin del viaje, si a eso le agregamos que este personaje es el más remolón del trío se arma un cóctel poderoso. Alrededor de las 10 dejamos la habitación y partimos hacia nuestra plaza favorita de Tilcara que se convertiría en nuestra base de operaciones hasta las 14 hs., horario en el que partía nuestra movilidad hacia La Quiaca. Nos instalamos junto a Coty y Nadia con todos los bolsos y comenzamos a realizar nuestras actividades: desayuno de chocolatada que pateo al hígado (sobretodo el de Mr. Boer), compra y preparación de los sanguches que nos acompañarían a La Quiaca y alguna que otra excursión al inodoro. Se hicieron las 14hs y abordamos la movilidad. En ese viaje conocimos a un nuevo personaje: Sebastián "el iluminado" y su esposa "Cero a la izquierda". Dos seres muy extraños que más adelante cobrarían cierta importancia (sobretodo el primero obviamente). Llegamos a la insípida La Quiaca tras 3 horas de viaje bastante tranquilos, nuevamente en "Balut Hnos." donde la película proyectada fue: "El tesoro perdido" con Nicolas Cage. (Nadie la vio, la mayoría torró y yo aproveché para fotografiarlos). Obviamente esta fotografía representa ese momento.
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